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Muso Ayau Lider UFM

MANUEL F. AYAU CORDÓN, MUSO
Líder en la transformación de la educación por el libre mercado

Autor: Karen Cancinos

El 27 de diciembre de 1925 nació Manuel Francisco Ayau Cordón, único hijo varón de Manuel Silvestre Ayau Samayoa y María Cristina Cordón, empresarios. Dicho matrimonio también tuvo cuatro hijas. La familia Ayau provenía de Limousin, Francia, pero desde el siglo XIX varios de sus miembros habían echado raíces en América; algunos de ellos en Estados Unidos y otros en Guatemala.

A Manuel Ayau Cordón empezaron a llamarlo «Muso» desde chico, porque uno de los amigos de su padre era el embajador italiano en Guatemala durante la época de Benito Mussolini. En una ocasión, el diplomático le obsequió a su amigo un traje de fascista para su pequeño hijo, y lo disfrazaron con él. Desde entonces le quedó el apodo.

Muso tenía solo cinco años cuando su padre murió. Entonces su madre se los llevó a él y a sus hermanas a vivir en los Estados Unidos, pues Manuel Ayau padre había estado mucho tiempo en ese país y quería que sus hijos hablaran inglés fluidamente y conocieran el estilo de vida estadounidense. 

Así que Muso hizo los primeros estudios en Belmont, California, y en 1943 se mudó a Canadá. Allí se graduó en el Upper Canada College, para luego ingresar a la Universidad de Toronto, donde estudió un año de ingeniería química y otro de ingeniería civil. También prestó el servicio militar en el Royal Canadian Army Officers Training Corps y en el Royal Canadian Air Force Officers Training Corps.

Durante esos años Muso entró en contacto con las ideas que definirían su vida. Décadas después, contó en una entrevista que leyendo algunos libros de Ayn Rand surgió en él «un gran amor» por la libertad. 

Su ética de trabajo

En 1945 Muso regresó a Guatemala por un tiempo y trabajó como dibujante estructural en la Architectural Design Office for Central America. También se desempeñó como asistente de supervisión de construcción del Hospital Roosevelt. 

Lo cierto es que trabajó desde muy joven en cada ocasión que se le presentaba, como durante las vacaciones escolares. En Canadá, por ejemplo, fue empleado del Servicio Forestal. Laboró en una fábrica como operario de máquinas cortadoras de engranajes. También trabajó como topógrafo. En época de recolección trabajó como temporero, recolectando productos agrícolas. Se familiarizó con diversidad de quehaceres. Así fue forjando una sólida ética, cimentada sobre la idea de que, para alguien responsable y con verdaderos deseos de trabajar, conseguir trabajo no es difícil.

En 1948 decidió retornar a Estados Unidos para ingresar en Louisiana State University, donde se graduó como ingeniero mecánico en 1950. Esa casa de estudios le honró años después nombrándole alumno distinguido.

Muso como educador 

El 5 de junio de 1948, contrajo matrimonio con Olga García. Tuvieron seis hijos y juntos los educaron en las ideas que luego serían articuladas formalmente en un centro de investigación primero y en una universidad después. 

Y es que Muso fue siempre un hombre estudioso. Por eso, bajo su liderazgo, surgió en 1959 en Guatemala uno de los primeros centros de pensamiento liberal clásico en Hispanoamérica: el Centro de Estudios Económico-Sociales CEES.

Muso sostenía largos coloquios en el CEES con varios amigos suyos, preocupados todos por la pobreza de gran parte de los guatemaltecos y empeñados en terminar con ella. Dedicaron gran parte de su tiempo a estudiar, traducir y publicar las obras de los grandes pensadores del liberalismo clásico, y a difundirlas por Guatemala y el resto de Hispanoamérica en folletos ágiles, para facilitar su manejo y comprensión. Escribían también columnas en los diarios que circulaban entonces. La de Muso tuvo especial resonancia en toda la región, entre otras cosas porque escribía con sencillez y amenidad.

Hay una historia que resulta relevante en su vida como educador. En sus reuniones del CEES, él y sus amigos —a quienes llamaba graciosamente improvisadores rebeldes—, dedicaron parte de su tiempo a estudiar el desarrollo y los logros de la Sociedad Fabiana. 

La Sociedad Fabiana fue fundada en Inglaterra a finales del siglo XIX, para promover la adopción de medidas socialistas, pero no por la vía revolucionaria armada, sino influyendo en campos cruciales de la vida societaria. Sus integrantes pensaban que el socialismo habría de instaurarse mediante cambios graduales, pero inexorables. Uno de ellos significaba la formación de los líderes de cada generación; es decir, el establecimiento de una universidad. Fue así como surgió la London School of Economics (LSE). 

El éxito de la Sociedad Fabiana convenció a Muso y a sus amigos del CEES de que uno de los factores más determinantes para el destino de un país es la sólida educación de su élite intelectual. Emprendieron entonces un proyecto tan ambicioso como el de los fabianos respecto de la LSE, pero la universidad que fundarían en Guatemala promovería justamente lo contrario del socialismo; es decir, los fundamentos éticos, jurídicos y económicos de una sociedad de personas libres y responsables.

Muso Ayau
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Muso y la UFM

Fue así como los pioneros del CEES, liderados por Muso, crearon la Universidad Francisco Marroquín (UFM). Elaboraron un documento de carácter fundacional, el Ideario, en el que se definen todos los aspectos de la estructura institucional y se delinea con precisión la filosofía liberal clásica, que subyace en todas las actividades de nuestra universidad. 

Aunque se trata de una organización no lucrativa, la UFM es administrada como si fuese una empresa, y en ella se someten todas las decisiones y las actividades, tanto de autoridades como de profesores, a la ley de la oferta y la demanda. Por eso, y a contravía de la tradición académica, no ofrece titularidad permanente a los profesores. Los integrantes de la junta directiva son empresarios. Los presupuestos departamentales deben estar balanceados. Con el fin de cumplir su función social de educar, la UFM no toma parte en los asuntos políticos y sociales del momento. Se enfoca únicamente en temas esenciales y permanentes, que trascienden cualquier vaivén coyuntural.

Hay otra razón por la que la UFM es única en el mundo. Todos los alumnos, de pregrado y de posgrado, sin importar la disciplina particular que estudien, aprenden las causas y los orígenes de la riqueza de los países.

Hoy, la UFM tiene en su espíritu la propia impronta de Muso, de su espíritu emprendedor y su creatividad, pero también de su proyección más allá de sí mismo, de su país y de su tiempo. En 1989, a los 64 años, decidió dejar la rectoría para ceder espacio a las generaciones siguientes. Su generosidad y visión aseguraron la permanencia de esta casa de estudios, al tiempo que le permitieron encauzar su gran energía en seguir educando a jóvenes y adultos, como profesor y divulgador, continuando o acometiendo otro tipo de proyectos, en Guatemala y fuera de ella.

El prócer que conocimos 

Muso escribió libros que han servido como guía de estudio de varias generaciones, tales como Un juego que no suma cero, El proceso económico, Cómo mejorar el nivel de vida, De Robinson Crusoe a Viernes, La década perdida y No tenemos que seguir siendo pobres para siempre. Durante años publicó una serie de columnas en diarios locales. Dichas columnas se convirtieron después en el libro Sentido común, 50 años de congruencia liberal. Muchos de sus artículos, traducidos, se reprodujeron en medios como The Wall Street Journal y The Freeman, entre otros.

Muso presidió organizaciones de la talla de la Mont Pelerin Society, fundada por Friedrich A. Hayek, que cuenta entre sus miembros con varios ganadores del Premio Nobel. Fue también director del Liberty Fund, de Indianápolis, y miembro de la directiva de la Foundation for Economic Education, de Nueva York.

Fue asimismo miembro de la Engineering Honor Society Tau Beta Pi. Las universidades Hillsdale College y Northwood University le confirieron títulos honoríficos. Como se dijo antes, fue nombrado Distinguished Alumni de su alma máter, Louisiana State University. Recibió el Founders Award de la Foundation for Economic Education. Fue electo miembro distinguido de la Philadelphia Society e incluido en la galería Freedom Champions, de la Atlas Economic Research Foundation. En el 2005 fue galardonado con el Adam Smith Award, de la Association of Private Enterprise Education. En el 2008 fue galardonado con el Premio Juan de Mariana, de la fundación homónima, y en junio de ese mismo año, Los Angeles Times publicó un reportaje sobre él, su obra y la UFM. 

Como emprendedor participó en el cultivo de algodón y de arroz, y fundó la más grande fábrica de azulejos y pisos de cerámica en Centroamérica. Tuvo un rol importante en la fundación de organizaciones como la Bolsa de Valores Nacional y la Cámara de Industria de Guatemala. Por su labor de difusión a lo largo de varias décadas, fue homenajeado por la Cámara Guatemalteca de Periodismo.

Con la vitalidad y el buen humor que siempre le caracterizaron, hasta sus últimos días recorrió el país explicando el proyecto de reforma del Estado, conocido como ProReforma. Falleció el 4 de agosto del 2010. Había sido miembro de la Junta Monetaria dos veces, diputado al Congreso de la República durante un periodo y candidato a la presidencia y a la vicepresidencia del país en dos ocasiones diferentes.  

Los endeudados

Un economista y escritor argentino, profesor visitante de la UFM, Martín Krause, aseguró una vez estar completamente endeudado con Muso, con su ejemplo de vida, con su inteligencia para explicar de manera sencilla lo complejo y, sobre todo, con su disposición a usar esa inteligencia para beneficiar a tantos.

Esos tantos compartimos con el profesor Krause la condición de deudores de Muso, aquel entrañable profesor, emprendedor, patriota y visionario que muchos conocimos en persona o a través de su obra, en varios campos del conocimiento o del quehacer humano. La forma de amortizar esa deuda, impagable por otra parte, es continuar la labor que Manuel Ayau Cordón, nuestro querido Muso, hizo posible abriendo los cauces por los que hoy podemos —desde nuestros particulares ámbitos de acción— añadir valor a la vida de las personas, para contribuir así a edificar una sociedad cimentada en los principios civilizatorios de la libertad.